ACCESO
A LA EDUCACIÓN SUPERIOR
Los siete retos de la educación
superior
Mar. 08 de 2014
Por:
Carlos Alberto Garzón Gaitán,
Director Nacional de Planeación de la Universidad Nacional de Colombia
Director Nacional de Planeación de la Universidad Nacional de Colombia
En medio de las dispersas reflexiones y
discusiones sobre el sistema de educación superior en Colombia, pueden estarse
imponiendo “agendas ocultas”. Por eso, es preciso dejar explícitos los
principales retos del sistema: mejorar la calidad, ampliar la cobertura,
avanzar en equidad social, gestionar eficazmente el conocimiento, dar
prevalencia a lo estatal y lo público en garantía del derecho a la educación,
hacer coherente el sistema, y desarrollar la autonomía y la gobernabilidad.
El
primer gran reto es la calidad de la formación, la cual se mejora con
estrategias que abarquen desde el preescolar hasta los posdoctorados. Fallas en
la base de la pirámide indudablemente afectan toda la vida de las personas, su
desempeño cognitivo, laboral y social.
La calidad está directamente relacionada con la formación y experiencia de los profesores, con la naturaleza de los procesos de enseñanza-aprendizaje, con la actualidad y profundidad de los contenidos y con el conocimiento contextualizado derivado de actividades intensas de investigación e innovación. Estas últimas han de crecer en intensidad a medida que se asciende en la formación.
La calidad está directamente relacionada con la formación y experiencia de los profesores, con la naturaleza de los procesos de enseñanza-aprendizaje, con la actualidad y profundidad de los contenidos y con el conocimiento contextualizado derivado de actividades intensas de investigación e innovación. Estas últimas han de crecer en intensidad a medida que se asciende en la formación.
También se debe tener en cuenta el aspecto tecnológico para
fomentar la interacción, la simulación, el modelamiento y el amor por la experimentación
en la búsqueda permanente de la verdad. Además, habrá que facilitar el estado
del arte en cada campo del conocimiento, poner a disposición de los estudiantes
y profesores la cultura y el saber universal, las buenas prácticas, los
referentes intelectuales que inspiran y la misma realidad nacional.
Así, la educación ha de constituirse en una herramienta para
construir y consolidar redes de conocimiento, de capital relacional nacional e
internacional y en canal de difusión de nuestra cultura.
Cambiar
la estrategia
La formación de profesores es otro aspecto crucial en el sistema
universitario, pero se observa que el crecimiento de la cobertura se soporta
principalmente en profesores con formación profesional y no con magister y
doctores (véase gráfica).
Ese descenso se debe, posiblemente, al énfasis que ha tenido la
cobertura a nivel de educación técnica y tecnológica. Al considerar los costos
tan altos de la formación a nivel de posgrado, lo que queda en evidencia es que
si no se exige el título de máster o de doctor como condición de entrada a las
universidades, se seguirá cargando al propio sistema los costos de calificación
de sus profesores, un valor que podría se externalizado.
En el tema de calidad también hay que destacar que solo 30 de
las 286 instituciones de educación superior del país (el 10%) tienen
acreditación de alta calidad. En cuanto a los programas académicos, el panorama
es más crítico, solo 798 de 10.253 cuentan con la certificación de la Comisión
Nacional de Acreditación (el 8%).
Trabajar
para crear más acceso
El tercer gran reto es el de la equidad, la cual implica que se
vayan superando progresivamente las inequidades interregionales, el abandono
estatal de las fronteras y la inserción precaria de la población pobre e
indigente, normalmente excluida del sistema.
La inequidad menos reconocida, social y estatalmente, es aquella
derivada del acceso diferencial de los jóvenes a la calidad, un derecho que
debería considerarse superior al mismo acceso. Es completamente condenable, para
una sociedad, que sus jóvenes tengan que decidir el nivel de formación al que
aspiran, no por sus gustos o expectativas de vida sino determinados casi que
exclusivamente por el nivel de ingresos de sus familias.
En ese sentido, los datos sobre cobertura neta en la educación
superior en Colombia muestran que en el 2001 solo el 7,9% del quintil más pobre
de la población podía acceder al sistema, mientras que el 40,6% más rico tenía
acceso. En el 2010 la relación fue de 9,5% para el primero y 52% para el segundo.
Esto significa que el crecimiento de cobertura para los de menos recursos fue
solo del 1,6%, mientras para los más acomodados fue del 11,4%.
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